22 mar 2012

Capitulo 16:La Conspiracion De Los Alunizajes Del Programa Apolo

El Falso Alunizaje: El Hombre No Alcanzo Las Estrellas
Las acusaciones de conspiración en los alunizajes del Programa Apolo constituyen una teoría de conspiración que afirma que los alunizajes del programa Apolo jamás ocurrieron, sino que fueron falsificados por la NASA.
Los proponentes tienen como principales justificaciones las controversias surgidas por algunas fotografías y el contexto de Guerra Fría en el que se produjeron los alunizajes. Sin embargo, científicos, técnicos e interesados en la historia de la exploración espacial han dado explicaciones racionales a las controversias, de modo que rechazan estas afirmaciones calificándolas de infundadas y de no poseer rigor científico alguno.
Esta creencia afirma que los alunizajes del Apolo 11 del 20 de julio de 1969 y las siguientes misiones Apolo nunca ocurrieron, sino que fueron filmadas en la Tierra. La idea adquirió bastante popularidad después del estreno de la película de ciencia-ficción Capricorn One (Capricornio Uno, en castellano), que muestra a la NASA intentando falsificar un aterrizaje en Marte. También es posible que una corta secuencia de la película de James Bond, Diamonds Are Forever (Diamantes para la eternidad, 1971) que parece mostrar a Sean Connery caminando a través de un estudio donde se simulan los alunizajes coincida con las primeras insinuaciones de que los alunizajes fueron falsificados. En 1967, el dramaturgo británico Desmond Lowden escribió un guion llamado The News-Benders en el cual todos los principales avances tecnológicos de 1945 eran simulados. El guion fue presentado en enero de 1968 y mostraba la falsificación de un alunizaje con maquetas.
En su libro Un hombre sobre la Luna, Andrew Chaikin menciona que en el momento de la misión del Apolo 8 en la órbita lunar en diciembre de 1968, esas historias de conspiración circulaban como rumores de hechos ciertos. La Sociedad de la Tierra Plana lanzó una de las primeras quejas sobre la veracidad de las misiones Apolo. Afirmaban que varias de las fotografías del Apolo 8 con la Luna en primer plano y la Tierra como fondo eran falsas. La primera razón de su declaración era que no se ajustaba a su creencia de que la Tierra es plana. El primer intento de establecer estas denuncias como hechos concretos fue la publicación por Bill Kaysing del libro Nunca fuimos a la Luna (1974). Aunque quizá uno de los más conocidos sea NASA Mooned America (La NASA «alunó» a EE. UU., en castellano; 1992) escrito por Ralph Rene.
De acuerdo con una encuesta de Gallup de 1999, cerca del 6% de la población de EE. UU. tiene dudas sobre la veracidad de la llegada a la Luna. «Aunque 6% literalmente se traduce en millones de personas [...] no es inusual encontrar que en una encuesta típica muchas personas están de acuerdo con cualquier pregunta que se les haga. Así que la mejor interpretación es que esta teoría en particular no está ampliamente extendida».
La reacción inicial de la NASA ante las acusaciones fue de indiferencia general. Finalmente encargó en 2002 al ingeniero espacial y escritor James Oberg la publicación de un libro en el que se refutaran las afirmaciones de conspiración. Sin embargo, pocos días después la NASA se retractó, por miedo a la mala publicidad. Oberg anunció que continuaría con el libro de manera independiente, analizando también en él los orígenes socioculturales de las «teorías» sobre conspiraciones.
Philip Plait, uno de los más entusiastas refutadores de las creencias sobre conspiraciones acerca del viaje a la Luna, dice que sería apropiado que la NASA diera respuesta a las preguntas hechas, y según él la NASA se niega a responder a las preguntas de los acusadores porque considera de «escasa dignidad» el verse obligada a hacerlo. Por otro lado, James Oberg afirma que la reacción oficial de la NASA en la televisión ha sido bastante torpe y contraproducente cuando Brian Welch, un alto funcionario del departamento de relaciones públicas de la NASA, afirmó que todas las acusaciones eran falsas pero no se molestó en proporcionar demasiada evidencia.

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